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¿Y si INZOI fuera más que una alternativa a Los Sims? El día que INZOI me hizo cuestionar mi vida digital
La primera vez que escuché hablar de INZOI sentí un cosquilleo extraño. Como si alguien hubiese espiado mi mente mientras imaginaba el simulador de vida perfecto y hubiese decidido construirlo en secreto, con los gráficos de un sueño lúcido y la libertad de una ciudad sin ley. No sabía mucho, apenas que venía de Krafton —sí, los mismos de PUBG, ese campo de batalla donde aprendimos a correr, esconderse y morir con estilo—. Pero esto era otra cosa. Algo distinto. Algo con alma.
INZOI no es solo un juego, es una pregunta existencial disfrazada de videojuego. ¿Qué harías si pudieras empezar desde cero? ¿Serías el mismo si el mundo, esta vez, sí respondiera a lo que sientes? Porque eso es lo que promete INZOI: una simulación donde las emociones no son una barra de energía o una cara triste en una esquina de la pantalla, sino una marea invisible que arrastra a tus personajes —tus «Zois»— hacia decisiones impredecibles.
Y aquí está lo bueno: eso apenas es el principio.
Un editor de personajes que no edita, revela
El primer gesto que te exige INZOI es crearte. Y aquí empieza la trampa emocional. No se trata de hacer un avatar guapo, ni de cambiar peinados como si fuera una revista de peluquería. No. Lo que hace este editor es mirarte directamente a los ojos y decir: “¿Quién eres de verdad?”.
Gracias al Character Studio y al músculo brutal de Unreal Engine 5, cada párpado, cada lunar, cada arruga que decides añadir o quitar no solo cambia el rostro de tu Zoi. Cambia lo que proyectas en el mundo. Cambia cómo te miran los otros Zois. Cambia las historias que pueden surgir.
“No estás creando un personaje, estás eligiendo una máscara con la que vivir una segunda vida.”
Y eso, amigo mío, duele un poco más de lo que debería en un videojuego.
Pero también te libera. Porque si algo hace bien INZOI, es darte herramientas para crear sin restricciones. ¿Quieres importar tu propio sofá realista desde tu salón? Escanéalo. ¿Quieres que tu personaje mida 1,97 y tenga una cicatriz en forma de rayo? Hazlo. Y si mañana te aburres de esa versión de ti mismo, siempre puedes mudarte a otra ciudad y empezar otra narrativa.
Tres ciudades, mil vidas, cero límites
La vida en INZOI no ocurre en un lote cercado por paredes invisibles. Aquí el mundo se extiende, se respira, se moja cuando llueve y se llena de neblina por las mañanas. Hay tres ciudades principales, y cada una tiene sus propios ritmos, su propia estética, su propia música urbana de fondo.
No hay zonas muertas. Cada rincón vibra con posibilidades. Puedes ser bombero, cocinero, ladrón, artista callejero, gurú motivacional… o simplemente alguien que pasea sin rumbo mientras el mundo reacciona. Porque el mundo reacciona. No como en Los Sims, donde todo está medido y programado. Aquí los NPCs (sí, esos personajes de fondo que suelen ser más tontos que una piedra), tienen vida propia gracias a NVIDIA ACE y a un sistema que llaman Smart Zoi.
Y sí, lo del nombre puede sonar un poco pretencioso. Pero espera a verlos discutir, enamorarse, cambiar de carrera o encerrarse en casa después de una decepción. Te lo juro, hay veces que parecen más humanos que tus compañeros de oficina.
El caos medido y el estilo GTA
Ahí es donde entra el punto GTA. Porque si estás pensando en un mundo bonito y controlado, te vas a llevar una sorpresa. INZOI no teme el desorden. No lo fomenta como un sandbox salvaje, pero lo permite. Puedes provocar peleas, saltarte semáforos, romper amistades en una sola conversación. Puedes ser el caos encarnado.
Pero también hay consecuencias. No es como GTA donde todo explota y luego reseteas. Aquí hay un sistema de karma que evalúa tus decisiones y modifica el comportamiento de los demás. ¿Eres una joya de persona? Te abrirán puertas. ¿Eres un sociópata con sonrisa encantadora? Buena suerte intentando conseguir un trabajo decente o mantener una relación estable.
“INZOI no te castiga, te devuelve lo que das. Y eso es aún más cruel.”
¿Y si todo esto fuera solo el principio?
Lo más inquietante de INZOI es que está en pañales. Y ya se siente más vivo que muchos juegos completos. Aún faltan cosas, claro. El sistema emocional todavía necesita pulirse. Las animaciones, por momentos, recuerdan que estás frente a un software y no dentro de una película. Pero la ambición —esa palabra peligrosa que tantas veces nos ha decepcionado en otros títulos— aquí parece ir en serio.
La inteligencia artificial no está puesta para que los personajes te digan “hola” en 20 formas distintas. Está diseñada para recordar, para evolucionar, para volverse impredecible. El objetivo de Krafton no es solo superar a Los Sims. Es convertirse en el primer simulador de vida donde tú, como jugador, puedes volverte irrelevante.
Sí, lo leíste bien. Imagínate entrar a tu partida y descubrir que tus Zois ya tomaron decisiones, cambiaron de amigos, montaron una empresa y se pelearon con su pareja. Todo mientras tú no estabas. ¿Serías un dios observador o un intruso?
El fotorealismo que incomoda
Hay algo extraño en ver un rostro digital llorar de forma tan realista. Te descoloca. Porque ya no puedes decir “es solo un juego” con la misma ligereza. En INZOI, la apuesta visual es brutal. Hay momentos en los que la cámara enfoca a un personaje sentado en una parada de autobús, con la mirada perdida, y juro que pensé que era una escena de cine europeo. De esas películas lentas y dolorosas donde nadie sonríe.
Ese nivel de realismo no es solo técnico. Es emocional. Y plantea una pregunta incómoda: ¿queremos vernos reflejados en nuestras peores versiones? Porque aquí no hay filtros. Ni en los gestos ni en las decisiones.
“INZOI no embellece la vida. La deja tal cual es: rara, absurda, maravillosa.”
¿Es esto el futuro de los videojuegos?
No lo sé. Pero ojalá lo sea. Porque mientras muchos juegos siguen repitiendo fórmulas, INZOI se atreve a mirar más allá. No quiere que juegues a tener una casa bonita. Quiere que vivas. Que experimentes. Que fracases y rías y hagas cosas estúpidas sin miedo.
Quizás todavía no esté del todo listo. Tal vez haya baches técnicos que lo lastren durante un tiempo. Pero si mantienen la dirección, si escuchan a la comunidad sin perder la esencia original, INZOI puede ser el juego que cambie la manera en que entendemos el género de simuladores de vida.
Y eso, para alguien que creció controlando sims con una risa diabólica, es casi un acto de redención.
“INZOI es lo más cercano que hemos estado a programar un alma”
“Jugarlo es como mirar por la cerradura de una segunda vida”
“No te deja escapar ileso: o te transforma, o te devora”
“El que no arriesga no vive”, dice el refrán. Y aquí, vivir es arriesgarse.
La palabra clave ya no es jugar. Es existir.
El futuro de los videojuegos será emocional, o no será.
¿Y tú? ¿Estás listo para que un personaje digital te haga replantearte tus decisiones reales? ¿O prefieres seguir en mundos donde nadie te responde con una mirada rota? Porque en INZOI, incluso el silencio tiene consecuencias.