Los coches compartidos son una de las miles de opciones que existen para solucionar los problemas cotidianos de movilidad.
Por supuesto, no son servicios muy utilizados en España, pero tienen su sitio en el mercado de las grandes ciudades. Por ejemplo, una de las empresas que operan en la capital española, Share Now, ha conseguido reunir un total de 313.000 usuarios solo en Madrid.
Barcelona también es una de las grandes ciudades con una veintena de empresas de carsharing, y en otras ciudades importantes como Zaragoza, Sevilla, Valencia o Málaga, este tipo de vehículo compartido se puede utilizar durante horas o minutos.
En el contexto europeo, los datos muestran que tras la subida de los precios de los carburantes, la reducción de los coches más contaminantes con la creación generalizada de zonas de bajas emisiones, la crisis de producción de nuevos vehículos y otros factores a largo plazo, el carsharing creció a una media del 22% en marzo y las altas de nuevos usuarios se multiplicaron por cuatro.
En España, sin embargo, aún no se ha dado el salto definitivo a la transición del coche privado al coche compartido.
Debemos pensar en cosas curiosas, por ejemplo, que la multa por un patinete eléctrico compartido mal aparcado puede llegar a los 200 euros, y son los grandes beneficios del carsharing los que se organizan en torno al ahorro de tiempo y dinero, dos factores determinantes en la vida de todo adulto.
El carsharing no incluye los costes derivados de la propiedad del coche: seguros, mantenimiento, parking, combustible y electricidad… están incluidos en el precio pagado por su uso.
Pero además, en algunas ciudades como Madrid, los coches de carsharing pueden entrar fácilmente en zonas de bajas emisiones y tener plazas de aparcamiento reservadas, por lo que el tiempo dedicado a buscar aparcamiento ya no es un problema para ellos, ellas, y hasta para elles, olles y demás…
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